Rumbo al 2012: Efectos históricos-sociales en la política 1962- 2012
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2:36 PM -
A
lo largo de su existencia y productiva carrera política el Dr. Joaquín
Balaguer Ricardo sostuvo una relación profunda, compleja y
enriquecedora con la literatura. Es más, me atrevería a decir que el
genero poesía, por ejemplo, fue para el una tentación a la vez que algo
que debía rechazarse; una vía de acceso a la política y a la vez de
escape a las preguntas históricas que lo asediaron y a las autoritarias
soluciones de Estado que lo cautivaron. Joaquín Balaguer Ricardo vivió
atento a la gran literatura de la época que le tocó vivir; es decir, la
de vanguardia y lo que en inglés se conoce por “modernism” (que no debe
confundirse), por supuesto, con nuestro actual modernismo.
Para el que se imagine a Balaguer como político-
en las circunstancias históricas de su época-, le resultará sorpresivo
encontrar en sus primeros libros y discursos, aún en los más técnicos,
acerca del baile o la música afro antillana o alusiones certeras y
oportunas sobre James Joyce, por ejemplo. Joaquín Balaguer Ricardo era
un pensador de cerebro estructuralmente político. Su cultura literaria
era vasta y activa; es decir urgente en todas sus exposiciones y
observaciones.
Un seductor en sus hipótesis, en sus teorías
sociales y políticas. En esto Joaquín Balaguer Ricardo se apartaba de
los académicos comunes de las ciencias sociales, pero no así de los
maestros de esas disciplinas (Juan Bosch), que a menudo encontraron en
la literatura y el arte en general sugerencias, respuestas y hasta
modelos de aproximación y análisis. Como Bosch, Joaquín Balaguer Ricardo
vio pronto que la antropología social era la frontera flexible y
porosa entre el Estado- Nación y el capitalismo salvaje. Esto no hizo
más fácil su(s) vidas, sino más complicada y dramática su relación con
la literatura.
Las primeras obras de Bosch, por ejemplo, aparecen
durante un período crucial de la historia dominicana ( 1930-1961)
cuando se formulan las bases políticas y legales de la intervención y
luego ocupación militar norteamericana de entre (1916-1924) de la
constitución republicana, constituida con el golpe de estado del General
Pedro Santana entre 1844 y 1845. Es el momento decisivo en que los
proyectos geopolíticos y culturales de EEUU, - que condujeron Al golpe
de Estado de 1963 y mas tarde a la guerra civil de 1965 y luego guerra
revolucionaria de liberación nacional - se enfrentan a las realidades
histórico-sociales de la nación dominicana, y se someten a duras pruebas
los mitos nacionales.(Convención dominico-americana 1907-2007). Una de
esas realidades de la nación era la presencia entre 1916 y 1961 de una
población numerosa, empobrecida y marginada, a la vez que de una
relativa pero discernible autónoma cultural, la cual podía poner en
peligro la precaria integridad social y política que data de finales
del Siglo 19, aproximadamente al año del asesinato de Lilís en 1899(¿).
El joven Joaquín Balaguer Ricardo era un hombre
pragmático, formado en el derecho y las emergentes ciencias sociales y
políticas, muy en especial la criminología o la sociología criminal. Por
lo tanto sus primeros pasos al lado de Rafael Leónidas Trujillo y de
Rafael Estrella Ureña entre 1924 y 1930, si bien originales y hasta
atrevidos por su mera existencia, tenían un sesgo ideológico y un tono
discursivo muy distintos de las que adquiriría años más tarde y que lo
convirtieron en la figura continental que fue. Lo novedoso y osado de
libros como “Composición social dominicana” fue, en primer lugar, que
alguien como Bosch se ocupara en aquel momento de semejante tema de
manera seria y concienzuda. Pero no podemos engañarnos, ni permitir que
nos revisionismos históricos, por bien intencionados que estos sean
ocupen nuestro espacio y época. Balaguer primero se interesa en la
cultura del poder por lo que en su imaginario la política sólo podía
revelar sobre el desarrollismo capitalista en la isla, sobre todo en las
provincias y urbes rurales.
En sus escritos tempranos Bosch es
predominantemente sicológico y sociológico, como lo indica el título
completo de ese primer gran libro suyo: “Desde Cristóbal Colón hasta
Fidel Castro”. La concepción autoritaria de la psicología y la
religión política que profesaba Balaguer – derivada de su maestro Ortega
y Gassett y de gran parte de la literatura decimonónica ( Los
intelectuales de la montonera influenciados en las guerras sociales de
la Restauración (1863-1865) veían a los liberales como Gregorio Luperón
como: “..Gente de mentalidad primitiva con fuertes inclinaciones a la
lujuria y a la violencia. Para el Dr. Ramón Arturo Peña Batlle, por
ejemplo, la sociedad dominicana a 1940 debía ser “hispánica” para
asegurar el bienestar y el progreso del país. Muchos de los elementos de
la cultura revolucionaria de posguerra (1962-1978) - que los jóvenes
literarios vanguardistas como Pedro Mir pronto exaltarían, Balaguer los
veía , al principio, como Silvano Lora, por ejemplo, perjudiciales para
la sociedad. Orlando Martínez Howley, por ejemplo, un personaje que
Balaguer estudió con atención y que se convirtió en figura importante de
la resistencia, aparece definido casi siempre como profanador de
“sepulcros” cuando escribe.
En el primer gobierno pos revolución (1966-1970)
Balaguer era un determinista biológico y un darwinista social. El hecho
de que Balaguer sufriera una conversión, (que yo quisiera sugerir fue
provocada por lo jóvenes revolucionarios de la vanguardia en general) ha
vuelto borroso sus primeros años y la naturaleza de su influencia sobre
el movimiento y la literatura trujillista. Durante su segundo período
(1970-1974), Balaguer tenía mucho en común con Richard Nixon, en su
positivismo como ideología, por ejemplo. Todo lo que la vanguardia
liberal rechazo: el racionalismo capitalista y el desarrollismo con
inequidad según lo definían los ideales políticos y sociales de la vieja
república.
Durante su último período de doce años
(1974-1978) Balaguer empieza a abordar temas menos solemnes y
desprovistos de la ominosa aura positiva de la criminología, aliada a la
piadosa preservación del orden social: Balaguer es la paz. Empiezan por
ese entonces sus discursos sobre la música popular, los bailes, los
juegos, las fiestas y sobre todo el habla dominicana - desde los
Chuineros de Baní-, hasta, por supuesto, los trabalenguas del Parque
Enriquillo y sus análisis filológicos detallados acerca del origen
africano de muchos de nuestros vocablos. Estas últimas ambiciones
intelectuales.
Y de no menos serias intenciones políticas. No en
vano invoca a los escritores españoles de la primera República española
(1939) como inspiración de su ensayo “Los Carpinteros”. Lo más
importante – tal vez lo más importante que comparte – es su pensamiento
político conservador, en gran medida provocado por el automatismo de los
contrastes de entre 1959 – 1973. Al apelar al periodismo profesional,
al practicarlo, Juan Bosch hace un gesto contradictorio, o mejor
dialéctico. Por un lado renuncia a la verificación rigurosa de la
sociedad; pero por otro aspira al conocimiento más profundo, perdurable y
compartible de su política social: El PLD.
En Benidorm, España (1970) Bosch es memoria
colectiva cifrada, que exige interpretación tanto en el sentido
hermenéutico como en lo cultural. Lo dialógico es temático en lo
político, salvo en el debate hacia 1962-1963, (enfrentando intelectual y
moralmente al sacerdote ultra conservador Lautico García) donde
interpreta magistralmente a Lenin y ejecuta en escena su formidable
pensamiento revolucionario, salvo en los textos implícitos entre el
ensayo histórico y la critica social. Hay muchos otros elementos que
marcan la historia política de posguerra como una época literaria. Pero,
lo más literario es la manera en que la historia política del último
medio siglo (1962-2012) asume su forma y pone el proceso mismo de
hacerlo en evidencia. Balaguer y Bosch crean la imagen desde la imagen.
El ser y la cultura sólo existen en tanto que políticos y nacionales; en
correspondencia con el pensamiento Restaurador, en contra punto con los
intereses extranjeros, lo cual incluye también la negación, el
contraste, no sólo el eco de las dictaduras y las revoluciones sociales
sino también la repetición de la liberación y el coro unitario.
Por elemental honestidad debo dejar para el final
la conclusión del artículo. Pero, sinceramente, yo esperaba más. Y no
precisamente literatura. Esperaba escribir con mayor densidad interior;
con mayor espesura de la fibra humana; con mayor convicción. De modo que
la culpa es mía y no del texto, pues para satisfacer las expectativas
de fanáticos están los juegos de Licey y Águilas. Por otro lado, quiero
concluir resaltando el empeño del Presidente de la Junta Central
Electoral que, en esta campaña (asediada por los afanes electorales del
candidato del PRD) y por las exigencias de un sector de la sociedad
civil (Participación Ciudadana y sus vinculaciones con USAID, el CONEP
y otros) viene a ofrecer desde la perspectiva de la evolución
institucional de República Dominicana una sensible lección de ética
democrática.
Autor: Juan Carlos Espinal
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